jueves, 26 de enero de 2012

Una moto acuática.



                                                               



Juan y Luz disfrutaban en la playa de un apacible día de descanso. Se conocieron unos años atrás, aunque juntos no llevaban mucho tiempo. En la arena se bronceaban bajo el sol, cogidos de sus manos. Estaban totalmente solos, era un lugar aislado. Habían descubierto que eran el uno para el otro. Se notaba la felicidad que les invadía nada mas verlos. Solo una cosa enturbiaba su alegría, el esposo de ella era también el mejor amigo de Juan. La clandestinidad de su relación, no era en absoluto agradable. Escogían lugares muy apartados de su residencia para verse y tenían mucho cuidado en no dejar pistas sobre su amor.
Los tres trabajaban para la misma empresa y aprovechaban las ausencias del marido para estar a solas.
Hoy Ernesto se encontraba de viaje, tenían todo el fin de semana para ellos. Pensaban que él no sabía nada de su amor. Habían decidido contarle lo que sentían el uno por el otro y los planes de la chica de romper su relación matrimonial.
Luz dijo que iba a bañarse. Le gustaba nadar, adentrarse en el mar y sentir la paz del silencio que allí la envolvía. Juan conocía este deseo y le dejaba que disfrutara sola de esos momentos.
Una vez lejos del ruido se paró y mirando hacia el cielo dejó que su cuerpo se relajase totalmente.
Escuchó el sonido de una moto acuática, volviéndose rápidamente vio como se echaba sobre ella sin darle tiempo a nada. Fue un golpe seco, falleciendo en el acto por el fuerte impacto en su cabeza.
La lancha de salvamento la llevó hasta la orilla. Juan la abrazó, llorando desconsoladamente. No se explicaba que había pasado y al verla inmóvil en el agua avisó a emergencias.

Ernesto llegó a la cueva y una vez dentro escondió la moto. No le había sido difícil robarla, quizá menos que encontrar este apartado lugar. Aquí probablemente su crimen se ocultaría para siempre.

domingo, 1 de enero de 2012

El bosque.



A las 20´00h. dieron la voz de alarma. Jordi un niño de cinco años había desaparecido en el bosque. La noticia corrió como la pólvora de boca en boca. De inmediato la policía se dirigió hacia el lugar. Aunque era verano no tardaría en faltar la luz, así que era necesaria una pronta intervención. La madre del pequeño entre sollozos indicaba el lugar donde lo había visto por última vez.
La gente comenzó a buscar cada uno por su lado, llegando la noche. Se decidió entonces formar hileras y avanzar entre los ya poco visibles árboles. Yo me encontraba junto a ellos cuando se dio la orden de empezar. A izquierda y derecha podía ver a otras personas.
Fuimos avanzando, a cada paso el bosque se hacia mas oscuro. Mi linterna comenzó a fallar. Noté que el terreno se alzaba, cuando quise darme cuenta no había nadie a mis costados.
La Luz termino por extinguirse. Ya ni la luna tapada por nubes me guiaba. Noescuchaba ningún ruido, solo el del calzado al hacer crujir las ramas secas. Mi suertedisminuía según iba moviéndome. No sabía si avanzaba o retrocedía. Entonces algo
increíble me sucedió.
Ví a un grupo de personas, que se dirigían hacia donde yo me encontraba. Según seacercaban mi incredulidad iba en aumento. Eran cuatro hombres vestidos con sayos blancos, con una cruz roja en el pecho. Una luz les envolvía haciéndoles parecer lo que yo creo que eran, seres de ultratumba. El que parecía mayor me miro y en el aire se escucho una voz.
-antes de que acabe el tiempo regresara nuestra orden. Portaremos las reliquias del pasado, que harán aparecer a los santos.- la voz se difumino en el aire y prosiguieron la marcha. Cuando me dieron la espalda me gire. El último de los hombres llevaba un niño
de la mano. Me miró, sonrió y señalando con su dedo dijo – El camino es por allí- de repente desaparecieron, como si se fundieran en el paisaje.
Fui hacia donde me indico el crío. A los pocos minutos apareció un helicóptero en el cielo y un potente foco me saco del bosque. Una vez en el puesto de mando, se escucho por los equipos que el niño había sido localizado. Se encontraba en una masia a un par de kilómetros de donde estábamos, sin ningún rasguño aparente.
Fui a verle, al centro medico donde le trasladaron. No recordaba nada de lo que había pasado, estaba muy tranquilo. Me dejaron unos segundos a solas con el. Me miró y me dijo bajito- muy pronto volverán -.






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